24.3.11

Lel.

Cuando se tumbó en el césped mojado, era otra.O más bien, era la de siempre.
Sintió como una parte perdida volvía a su sitio. Sonrió. Y apretó fuerte sus manos contra la hierva.
Tan solo habían sido 45 minutos. Pero los había disfrutado como nunca. Echaba de menos esa sensación de falta de oxigeno que tanto le gustaba, esa sensación del escaso viento contra sus mejillas, esa sensación de sentir su corazón, como si lo tuviese en la palma de la mano.Cristobal colón treinta y ocho. Abrió la puerta y subió las escaleras a toda velocidad. Fue desnudándose poco a poco camino del cuarto de baño. Cuando estuvo a la altura del espejo, observó cada detalle de su cuerpo. Le encantaban aquellas mejillas acaloradas, y esos ojos excesivamente verdes a causa del esfuerzo. Estás guapa, chica. No lo dudes. La echaba de menos sí. Echaba de menos eso a lo que todos llaman autoestima.

Remolino de pasiones

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