22.2.13

Dreamer





Hoy he soñado contigo.  Tus dedos acariciaban mi espalda. Mientras, la lluvia azotaba con fuerza la ventana. Tu risa parecía no tener fin. Y eso que odias los días así de tristes. Jugabas con mi pelo mientras bromeabas sobre la espontaneidad de mis actos. Parecía que estábamos hechos el uno para el otro. Tanta complicidad no podía ser real, y sin embargo, aquí estábamos  haciéndonos felices sin medida. Jurabas que nunca me dejarías sola. Yo, a cambio te prometía cuidar de ti y asegurarte que no tendrías que volver  a sentarte solo a ver como se escondía el sol. Pasaban las horas tan rápido a tu lado… que cuando asomé la cabeza por la ventana, miles de lucecitas llenaban el cielo oscuro. La lluvia había cesado. Y los cometas nos invitaban a disfrutar del aquel cielo precioso.  Me sonreíste  mientras decías que algún día le pondrías mi nombre a alguna de ellas. No supe que decir. Así que apoye mi cabeza sobre tu hombro, y cerré los ojos. Te debía tantos escalofríos...  mis parpados se cerraron durante horas. Horas en las que no dejaste de besarme la frente y acariciarme las mejillas.Tan despacio... que ni siquiera interrumpiste mis sueños. Tu mismo perdiste la noción del tiempo, hasta que dijiste en alto algo que desordenó tu conciencia por completo.  Sentiste miedo. Y te alejaste de mi. Tanto… que cuando desperté parecías otro. Fui a tu lado, a pedirte perdón por haber disfrutado del placer de las ilusiones nocturnas. Pero no, no era eso. Tu mirada estaba desbordada por sentimientos imposibles. De esos huracanes que se apoderan de ti, y no te dejan pensar con claridad. Intenté calmarte, pero era imposible. Te recordé las risas de hacía unas horas, las caricias, toda esa complicidad que nos habíamos entregado de la forma mas sincera y real. Entonces cogiste mi cara entre tus manos, y clavaste tu mirada en la mía  Aquella mirada fue la conversación más larga de toda mi vida. Y por un instante desee que no terminase nunca. Pero agachaste la cabeza. Y comprendí que todo había acabado. El fuego había tensado la fina cuerda que nos unía. Y ambos sabíamos que ese era el final de un cuento infinito. El sonido de un trueno me hizo volver a la realidad. Llevaba demasiados silencios soñando. Fuera, una enorme tormenta se apoderaba de toda la ciudad. Mire al cielo, preguntándome que andarías haciendo en ese momento. Quizás, descansar de un día agotador. Quizás, disfrutando de una buena película o acariciando el pelo de alguna chica que lo mereciese. O quizás andabas mirando al cielo, preguntándote que sería de mi. La magia existe. Quien sabe. Entonces, la lluvia paró. Me temblaba todo el cuerpo. Volví a la cama, con ganas de entregarme sin condiciones a uno de esos abrazos que me devolvían a la vida. Pero antes, escribí aquella frase, que jamás volvería a escuchar de tus labios. “Me estoy enamorando de ti,pequeña…” y sin más, seguí soñando, historias que quien sabe, si algún día serían reales.­­

19.2.13

Fluye en ti.






Te encontré. Llegaste de casualidad. Un día de esos en los que aparecen en tu vida, personas que no sabes que te van a marcar tanto. Avanzas. Te equivocas. Caes. Y es entonces, cuando te veo tendiéndome la mano. Con esos ojos perdidos pero sinceros. Con esa timidez que no te impide entregarte entero. Y la vida se me hace mas bonita, menos dura. Y sin que lo veas, me voy perdiendo contigo. En tus palabras. En esa forma tan tuya de pensar. Me pierdo en tu lealtad. En tu extraña coherencia. En ti. Y me ciega ese rayo de luz, ese que me avisa que esto es cierto. Y aun así, estoy aquí, a tu lado. Tocándote mi canción favorita. Mientras duermes y sueñas como alguien te devuelve la esperanza de que el amor existe. Y cuando despiertes, me contarás tus ilusiones, y me ilusionaré contigo. Porque voy a entregarte mi vida entera a pedacitos, a pedacitos y despacito. Para que la saborees. Y nunca dudes de que jamás habrá una mayor entrega que esta. Y todo seguirá igual, me seguirás acariciando y enredando el alma. Y yo, seguiré apretando mi corazón, porque de estos sentimientos tan intensos nacen verdaderas obras de arte. De esas que luego te dejo sobre la mesa, metidas en un sobre. Porque han nacido en ti. Pero esa, será la poesía secreta. La que nunca te cuente. La que nunca sepas. Porque me gusta tocar el piano mientras duermes. Y si supieras de donde viene mi poesía, tendría que dejar de hacerlo para siempre.

7.8.12

Noviembre Utopíco



Erica.



            “Soy sencilla, pero difícil de satisfacer. Me encantan los remolinos de colores, los olores dulces, el cielo estrellado, y la gente sincera. Admiro a quienes hacen arte de verdad,  y a quienes son optimistas a pesar de vivir en un mundo de locos. Adoro el agua, y nadar de noche cuando estoy cansada. Odio las miradas que esconden verdades, secarme con toalla o que me den besos recién levantada. Soy feliz con poco, pero no con nada. Me gusta el color morado, el dorado o el plateado, pasear de noche por Sevilla o contar cuentos basados en sueños que hace tiempo, eran dulces. No me gusta decir palabrotas, pero las digo. Odio empacharme de chocolate, pero me empacho. Y me hace mucho daño fingir sonrisas, pero los demás no merecen verme triste. Soy de las que piensa que la felicidad es pasajera, el dolor inevitable y el sufrimiento opcional. Mi mayor aspiración era ser perfecta, ahora, quizás sea aprender a quererme tal y como soy. Me enamora el principito y su planeta, así como Cádiz y sus calles estrechas. No vivo sin mi cámara de fotos y captar instantes me parece algo precioso. Necesito escribir y correr cuando los días son grises. Y no dudo de que tarde o temprano aparezca un enorme arco iris para animarnos a seguir cuando estamos tontos. Valoro los detalles que tienen las personas conmigo, y me faltará siempre vida, para agradecerlos. Sigo teniendo fe en el ser humano, en el amor, y en los buenos actos. Quizás algún día tenga que rectificar, pero creo que las personas son buenas por naturaleza. Tengo muchas manías, pero me gusta tenerlas: abro el grifo cuando voy al baño, no como galletas redondas salvo que tengan trozos de chocolate, guardo los zapatos en la papelera, siempre tengo las puertas del ropero abiertas, dejo la toalla mojada encima de la cama… En fin, que soy un verdadero desastre.”



Enter. Publicado. Le encantaba escribir en el blog.  Aunque realmente lo suyo fuera la fotografía, escribir le producía un placer parecido al que sentía cuando disparaba con su cámara de fotos. Mira el reloj. Las nueve y media. Al final va a tener que mandarle un mensaje a Víctor, diciéndole que va a retrasarse media hora, y eso que al principio de la tarde se propuso llegar puntual hoy. Nada. En ella, a veces, eso es imposible. Se ducha y se viste lo más rápido que puede; medias negras, vestido gris, botas altas, un poco de maquillaje, pelo suelto. Listo. Ya empieza a hacer frío para llevar el pelo mojado, pero es que no tiene tiempo. Coge un trozo de empanada que había dejado sobre la encimera, alarga el brazo desde la puerta para llegar al perchero y alcanzar la chaqueta. Sale a la calle. Desde que vive sola todo es muchísimo más fácil. Todo el mundo le advirtió que el precio de la libertad era bien caro, pero aún así a ella no le importó. Desde que le dieron aquel trabajo fijo en aquella tienda de fotos, alquilo un mini estudio, que ella misma se había encargado de redecorar y se mudó. Echaba de menos a su familia claro, pero no porque no llevase bien eso de vivir sola. Al fin y al cabo cocinar para uno, lavar para uno, y limpiar lo que solo ella ensuciaba, tampoco requería un esfuerzo desmesurado. 22:29 hrs. -¡Ufff...! Justa. Menos mal, un minuto tarde y habría tenido que soportar la cara de Víctor de “intento de enfado” durante unos minutos. Y media. Erica levanta la vista y lo ve, tan puntual como siempre, tiene el mejor amigo del mundo. No lo duda. Desde que tiene novia, mantiene un poco más las distancias con ella, pero jamás le importó. Su amistad vale mucho más que manifestar cariño a todas horas. De hecho, es que ni lo necesitan para demostrarse la incondicionalidad que tienen ambos hacia el otro. Ella, aún así, no puede controlar su espontaneidad y se le echa al cuello cuando ya están a poca distancia.


-          ¡Quita, quita! Que tampoco hace tanto que no nos vemos.
-          Lo suficiente. ¡No seas soso!
-          Yo no soy soso, tu saludo ha sido propio de una década sin mí.-Aclara Víctor, que intenta defenderse ante tal acusación. ¿Soso el? Anda ya, Erica siempre tan exagerada. Ambos toman la dirección hacia el lugar de siempre.
-          No pruebes nunca a estar diez años sin verme. ¡Uuuuuh!.-Erica adelanta un paso para poder colocarse frente a víctor y poner cara de susto mientras mueve las manos muy cerca de la cara de su amigo.
-          Jajaja. Me das miedo. Así que lo tendré en cuenta. El día que madures…
-          ¡Ehhh! Que estás hablando con una mujer independiente.
Sonríe satisfecha de su respuesta.
-          Ni aunque te dure un tío más de un año, habrás madurado E.
-          Siempre igual, ¿Qué te pasa a ti con mis relaciones pseudo-amorosas?
-          Tú lo has dicho. Pero bueno, da igual.
-          Venga ya, Víctor, ahora estoy sola, estoy aprendiendo a pasar de los hombres.-Insiste aquella rubia, que se ha quedado con ganas de guerra.
-          Tu nunca sabrás lo que es pasar de un hombre ni porque estés soltera tu vida entera.Ya hemos llegado; ¿Dentro o fuera?
-         ¿Estás loco? ¿Desde cuando no mojas? ¡Dentro! Fuera hace demasiado frío.

Víctor abre los ojos como platos, la conoce desde el instituto, pero aún no se ha acostumbrado a que su amiga tenga un don para relacionar cualquier tema con el sexo.
-          Por dios Erica, cualquiera que te escuche…
Y ambos entran en aquel garito con ganas, a pesar de la temperatura, de una cerveza bien fresquita.

15.3.12

Derrota.

Estas cansada de que te rompan el corazón y te dejen vacía y sin alma por un tiempo. Has vivido tantos comienzos... que ya... hasta te dan miedo.
Ya no crees en esos timidos te quieros. En esas miradas llenas de dudas. En esas primitivas mariposas que se posan en tu estómago durante los primeros meses. Ni en las promesas que vienen después, ni en los planes de futuro.Ya...ya no crees en nada de eso. Te entregas al máximo con una persona para que al final... te quedes sin nada.Porque lo que diste, ya lo diste, y no recibiste nada a cambio.
Si algo he aprendido en estos años, es que cuando el amor se acaba, se acaba. Lo importante, es darse cuenta cuando ha acabado.
He luchado y he aparcado el orgullo. Incluso cuando no debí haberlo hecho. Y tu...
Aqui estoy con una derrota más. Una derrota entre otras, que espero recordar con el paso de los años como otra aneccdota de mi vida. Aneccdota que casi me quita la vida, a la vez que me la daba.